jueves, 30 de abril de 2020

La Conquista de Tenerife (1494-1496)

Tenerife es la mayor de las islas con una superficie de 2.034 kms2, y más poblada con aproximadamente 866.000 habitantes (2019). Su capital Santa Cruz de Tenerife, es también capital provincial a las que pertenece las islas más occidentales conformadas por La Palma, El Hierro, y La Gomera.
Su Teide, que fuera lugar de culto y veneración por los aborígenes, es además la montaña más elevada de España con sus 3.718 m, y el tercer volcán más grande del mundo, sólo superado por los dos de la isla de Hawái. Situado dentro del Parque nacional del Teide, fue declarado por la Unesco en el 2007 Patrimonio de la Humanidad por ser “uno de los lugares de valor natural y mayor diversidad paisajístico volcánico del mundo”. Los guanches lo llamaban Echeyde, y dentro de su mitología lo consideraban el lugar donde vivía el demonio, o la fuerza superior del mal, llamada Guayota. Los romanos llamaron al Teide por el nombre de Nivaria, en relación a la nieve. El nombre actual del Teide se debe a los aborígenes palmeros (awaritas), con significado de “Montaña luminosa”. 
Hasta la fecha sólo se cuenta cinco erupciones volcánicas acontecidas. La primera en 1492 en el llamado Volcán Boca Cangrejo, observada por Cristóbal Colón. La siguiente en 1704 con las erupciones a la vez de los volcanes de Arafo, Fasnia, y Siete Fuentes. En 1706 ocurriría la mayor con la erupción del volcán de Trevejo, expulsando grandes cantidades de lava sobre el enclave de Garachico. En 1798 las ocurridas en Las Cañadas del Teide en Chahorra. Y finalmente hacia 1909 la del volcán de Chinyero en el municipio de Santiago del Teide. Todas ellas sin víctimas mortales.


Se especula que los guanches llegaron a Tenerife hacia el siglo V a. C., con una cultura predominantemente bereber del norte de África. Su modo de subsistencia se basaba en la agrícola ganadera, la recolección, y la pesca con marisqueo. Entre sus principales dioses figuran Achamán (Dios del Cielo y Supremo Creador), Chaxinaxi (Diosa Madre, con el cristianismo guarda sincretismo con la Virgen de Candelaria), Magec (Dios del Sol), y Guayota (El Demonio). Destaca el ídolo de El Guatimac; cual se cree que representa a un espíritu protector. Practicaban rituales y el culto a lugares, y a los muertos, que se completaba con la momificación a las castas superiores. También se han encontrado piedras con inscripciones como la llamada Piedra de Anaga. En el municipio de El Tanque se encontró otra piedra conocida por Piedra Zanata con inscripciones que parece haber estado relacionada con el mundo mágico-religioso de los guanches, y en la isla se encuentran las controvertidas Pirámides de Güímar, de las cuáles hay muchas hipótesis sobre su construcción, aunque aún no se ha dado una definición oficial sobre su origen. 


Los aborígenes tinerfeños, llamados Guanches, llamaban a su isla con el nombre de Archimed o Achinech, aunque también se alude al nombre de Beñesmer o Beñesmen. Así, se cree que la palabra Guanche deriva de Guan (hombre), y achinech (Tenerife), significando unida Hombre de Tenerife. 
Pero su nombre en general se ha tomado de su grandiosa montaña-volcán, los romanos se referían a ella con el nombre de Nirvaria (en latín Nieve), y según se desprende de los mapas del siglo XIV y XV por los cronistas en la obra Le Canarien, Pierre Bontier y Jean Le Verrier,-los frailes franciscanos de Béthencourt y La Salle-, la llamaron Isla del Infierno en alusión también a su volcán. Su nombre último parece ser de una fusión castellana de palabras en idioma de los benahoaritas (aborígenes de La Palma); entre Tene (Montaña), e Ife (Blanca). Cuales al combinarlas añadiéndole una r obtuvieron el nombre de Tenerife.


Tras esta introducción, la llegada de la conquista de Tenerife (1494-1496), por parte de la Corona castellana-aragonesa fue capitaneada por el adelantado Alonso Fernández de Lugo, y había sido parte financiada por las ventas de las plantaciones de azúcar en el valle de Agaete finalizada la conquista de Gran Canaria. Tenerife se dividía en nueve menceyatos, mostrándose pacíficos los de Sur y el Este (Anaga, Güimar, Abona y Adeje), y belicosos los del Norte (Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icoden, y Daute), manteniéndose resistentes a la invasión. 


Según el mapa actual, los menceyatos se localizaban en los siguientes territorios municipales: 

1. Anaga: El macizo de Anaga era domino del mencey Beneharo ocupando el territorio actual de Santa Cruz, y una pequeña parte Sur del municipio de San Cristóbal de La Laguna. Beneharo decidió pactar un acuerdo de paz con el adelantado Fernández de Lugo. 
2. Güímar: Se cree que su mencey Añaterve, fue el primero en aliarse a los castellanos intermediando en el acuerdo el gobernador de Gran Canaria Pedro de Vera. Su territorio abarcaba los municipios del propio Güímar, El Rosario, La Candelaria, Arafo, así como 1/3 de Santa Cruz de Tenerife, y algo menos de Sª Cristóbal de La Laguna. 
3. Abona: Su mencey Adjona también decidió pactar la paz con Alonso F. de Lugo en su primer desembarco. Su territorio era muy extenso con una superficie de 420 km2, abarcando gran cantidad de municipios incluyendo Arona, Fasnia, Arico, Vilaflor, Granadilla, y San Miguel de Abona. 
4. Adeje: El cantón estaba gobernado por el mencey Pelinor que tampoco se opuso a la conquista. La superficie de su menceyato se calcula que ocupaba unos 180 km2, pertenecientes a los actuales territorios de Adeje, Guía de Isora, y parte de Santiago del Teide. 
5. Tegueste: Su mencey Tegueste ofreció gran resistencia a los castellanos y luchó en la Batalla de La Laguna. De hecho, su menceyato además del propio municipio de Tegueste, dominaba casi la totalidad de Sª Cristóbal de La Laguna. 
6. Tacoronte: El cantón estuvo gobernado por Acaymo, según el divulgador Antonio de Viana fue enemigo de Bencomo, pero habían acordado la paz poco antes de la llegada de los conquistadores. Su territorio abarcó además de Tacoronte, los municipios de El Sauzal, Sta. Úrsula, La Matanza y La Victoria de Acentejo. 
7. Taoro: Su mencey fue Bencomo, llamado El Grande porque fue el que liderara la guerra contra los castellanos. Su territorio abarcaba la superficie de los municipios de La Orotava (aprox. 1/3 de territorio), Puerto de la Cruz, Los Realejos, y San Juan de la Rambla. 
8. Icodem: Su mencey fue Pelicar y participó en la última batalla de La Victoria de Acentejo, de las que salieron derrotados los guanches en 1496. Su superficie abarcaba los municipios de Icod de los Vinos, La Guancha, Garachico y prácticamente todo el territorio de El Tanque. 
9. Daute: El cantón fue gobernado por Romen, y su superficie acogía a los actuales municipios de Buenavista del Norte, Los Silos y compartía El Tanque con el cantón de Icodem. 


En abril de 1494 desembarca el conquistador procedente de Gran Canaria en la actual Santa Cruz de Tenerife, con unos 1000 hombres a pié y 200 a caballo. Su primera batalla fue en el municipio La Matanza, -llamada Batalla de Acentejo-, resultando perdedores los castellanos y en donde casi acaban con el adelantado Alonso de Lugo, que tuvo que huir a Gran Canaria, destruyendo los isleños su primer fortín cuartel. Alonso regresó con otro ejército más preparado contando entre los hombres de refuerzos con el propio caudillo canario Fernando Guanarteme, quien consigue que el mencey de Anaga, Beneharo, eterno enemigo de otro mencey del reino de Taoro llamado Bencomo, pero que habían hecho las paces en 1494 al principio de la conquista castellana en frente común, se mantuviera neutral dejando de prestarle apoyo, consiguiendo con la división los conquistadores derrotar a Bencomo en la llamada Batalla de Aguere, acabando muerto junto a su hermano Tinguaro. Las crónicas relatan que contribuyó a la victoria la aparición de una fulminante epidemia que diezmaría a los isleños, conocida como la Gran Modorra. Puede que no fuera una epidemia en sí, sino se especula que fuera una treta de los conquistadores, con la táctica del envenenamiento de las fuentes de agua principales donde se aprovisionaban los guanches.
En la batalla además de contar con la ventaja de usar jinetes a caballo con lanzas, espadas, las efectivas ballestas, y ayudado de hordas de perros entrenadas para matar que usaron tanto Alonso de Lugo, como Pedro de Vera, se usaron la moderna arma de fuego de entonces, denominada arcabuz


En diciembre de 1495 y a la muerte del caudillo Bencomo, lo sucedería su hijo Bentor que habían luchado juntos contra los conquistadores, liderando los bandos de guerra. Tras un periodo regular de guerrillas y saqueos, los castellanos penetran en el interior de la isla hacia Taoro (Puerto de la Cruz), produciéndose la llamada 2ª Batalla de Acentejo, cercano al municipio de La Victoria, siendo decisiva para la conquista final por parte de los castellanos. Finalmente diezmado ante la infringida y grave derrota, el mencey acaba suicidándose despenándose al vacío de la ladera de Tigaiga (1496), situada en el municipio de Los Realejos. Ello acarreó la sumisión de los restantes menceyatos de los bandos de guerra, en la conocida Paz de los Realejos. Actualmente se recuerda su suicidio despenándose por el barranco con una escultura ubicada en el mirador de El Lance. 


Estatua de homenaje al mencey Bentor, instalada en el mirador El Lance desde donde se observa panorámicamente el Valle de La Orotava, e Icod El Alto perteneciente al municipio de Los Realejos. 
La estatua de bronce es obra de la artista Carmen León en 1996. La placa conmemorativa lleva inscrita la leyenda de uno de los textos de Viera y Clavijo: "Los Menceyes de Tenerife nunca habían conocido jamás la vileza de sujetarse ni obedecer a otros hombres como ellos."- y se añade- "Homenaje de la Villa de Los Realejos a Bentor, el último Mencey Guanche, el cual, según la tradición, por no entregarse, se arrojó al vacío desde este lugar".

Fuente con escultura de la Princesa Dácil, o Dacila, situada en El Ramal, La Orotava. Fue convertida al cristianismo y bautizada como Mencia Bencomo, contrayendo nupcias con el que fuera mencey de Abona, Adjoña, y que fue bautizado por el nombre de Gaspar Hernández. La otra hija de Bencomo se casó con Juan Doramas, hijo del héroe isleño grancanario. La estatua en bronce fue creada en el 2005 por los escultores por los artistas Ezequiel de León Cruz y Cristo Quintero.

Como anécdota cuenta la leyenda, que una hija de Bencomo, la princesa Dácil, se enamoró de un capitán castellano llamado Fernán García del Castillo (Gonzalo del Castillo). Un guanche que los vio juntos, la denunció ante Bencomo de que había estado a solas con el soldado castellano cual era una fragante transgresión a las normas guanches. El Mencey, su propio padre, condenó a su hija a morir emparedada. Pero Dácil consiguió liberarse al demostrar que había existido testigos en dicho encuentro, por lo que contrajo matrimonio con el castellano y pasó a llamarse Mencías del Castillo tras su bautizo al cristianismo. 
La mayoría de los menceys derrotados fueron llevados por orden de Alonso de Lugo ante la Corte de los Reyes Católicos en primavera de 1946, donde existen pocos datos sobre la suerte que corrieron, a excepción de los de Icod y Anaga
El último mencey en plantarle cara a los conquistadores fue Ichasagua (El Mencey de los hombres libres), del Menceyato de Adeje. Aunque otros historiadores dicen que no fue mencey sino un alzado, que lideró hacia el año 1502 la rebelión contra los castellanos empleando tácticas de guerrillas aprendidas de los propios invasores. Puso durante meses en jaque a los hombres de Alonso de Lugo. Pero acaba traicionado por sus mismos aliados en la reunión celebrada en el Tagoror de Abona llamado Los Parlamentos para las negociaciones de paz (1503). Una vez estos llegan para transmitirles sus intenciones en la zona del Llano del Rey, para presentar las condiciones de la capitulación, decide suicidarse ante la comitiva de consejeros acuchillándose, prefiriendo morir a ser esclavizado. 
Sobre la historia de Tenerife a la llegada de los conquistadores es muy controvertida, en especial con el nombre de los menceyes. Los primeros documentos corresponden a los frailes Alonso de Espinosa y Juan de Abreu Galindo, o la del ingeniero Leonardo Torriani, escritos entre finales del siglo XVI, y mediados del XVII , que decían que solo perduraban en la memoria de los descendientes de los guanches, los nombres de los primeros menceyes de Abona (Atguaxoña), Adeje (Atbitocazpe), Güímar (Acaymo) y Taoro (Betzenuhya). Por lo tanto las sucesivas obras como la del poeta lagunero Antonio de Viana sobre 1604, y la del historiador Juan Núñez de la Peña en 1676, existe consenso entre los historiadores actuales que la gran parte de sus nombres fueron inventados, o recogidos de ambiguas leyendas. A posteriori, el propio José Viera y Clavijo colocó nombres a los aborígenes basándose en algunos poemas de Antonio de Viana, en su obra Historia de Canarias (1772-1773). De ello se percató otro importante historiador difusor de la cultura canaria, el tinerfeño Juan Bethencourt Alfonso (n.1847-m.1913), estudioso de los ídolos aborígenes y autor de tres importantes obras sobre las costumbres y cultura, principalmente del pueblo guanche, destacando su ensayo Historia del Pueblo Guanche publicado en 1978, mucho tiempo después de que el escritor falleciera. Los únicos nombres corroborados con aporte de documentación histórica durante la conquista castellana, son los de los menceyes de Taoro, Bencomo y Bentor, ambos padre e hijo. 
Como en el resto de las Islas, muchos de los aborígenes fueron esclavizados, especialmente los pertenecientes al bando de guerra, mientras que buena parte de la población indígena sucumbió a enfermedades importadas como la gripe, la viruela, y un sinfín de enfermedades infecciosas para las que aquella sociedad neolítica, debido a su aislamiento, no había desarrollado su sistema inmune. Los Menceyes fueron llevados a la Península como en el caso de Beneharo, que tras volver a Tenerife fue desterrado hacia 1497 a Gran canaria concretamente a Arguinegüín junto a otros guanches de Anaga, permitiéndoles mantener, en una especie de reserva, su estilo de vida. Después de acabada la conquista, y especialmente durante el siglo posterior a ella, se fue produciendo una repoblación y colonización paulatina de la isla con la llegada de inmigrantes provenientes de diversos territorios pertenecientes al incipiente Imperio Español procedentes desde territorios como Portugal, Flandes, Italia, Alemania, etc.

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