martes, 21 de abril de 2020

Conquista de las islas Canarias: Conquista Señorial castellana (1402-1477)



La Conquista de Canarias comienza en 1402 con la conquista de Lanzarote, seguida de las islas de Fuerteventura, El Hierro, y La Gomera, quedando bajo dominio de Señores, por eso se conocen como las Islas de Señorío. El permiso de conquista lo concede el entonces rey de Castilla, Enrique III de Trastámara (1390-1406). En 1477, en vista de que la conquista del archipiélago se perpetúa en el tiempo, los Reyes Católicos recuperaron para sí los derechos soberanos, y comenzaría el período de conquista de las denominadas Islas de Realengo, terminándose por conquistar Gran Canaria, La Palma, y por último Tenerife hacia el año 1496. En total la empresa de la Conquista de Canarias llevaría la friolera de casi 100 años. 
La conquista Señorial la encabezaron los normandos, vasallos del reino castellano, Jean de Bethencourt junto a su compatriota Gadifer de La Salle llegando a Lanzarote hacia el 1402, y apoderándose rápidamente de la isla con poca resistencia por parte de los aborígenes llamados mahos. Aquí es donde surge el otro mito sobre el nombre que lleva la isla, que cuenta que una vez pacificada Bethencourt rompe una lanza en un gesto significativo de “Lanza rota” derivando en el nombre actual de la isla Lanzarote. 

 

La siguiente conquista de la isla de Fuerteventura no fue fácil y se demora desde el 1402 hasta 1405, pero no por la belicosidad de sus indígenas, sino debido a las divisiones internas que surge entre los dos capitanes de la conquista, imponiendo finalmente sus derechos Bethencourt sobre Gadifer, que acaba abandonando la empresa. Bethencourt funda en la costa oeste de la isla, la primera ciudad que denomina Betancuria, en el lugar se edifica la iglesia más antigua con abdicación a la Virgen de La Peña (traída por los conquistadores normandos, y se cree fue esculpida hacia el año 1400), y el primer núcleo de gobierno de Canarias. 


La isla de Gran Canaria se cree que tenía el nombre bereber de Canarien, y a sus isleños se los llamaban canarii. El nombre de Gran Canaria (Grant Canare), se sugiere que fue atribuido por el normando Bethencourt en los inicios de la ardua conquista de la isla, quien tras perder hacia 1404 en la batalla desarrollada en Arguineguín, por la resistencia y el coraje de los naturales, declarara refiriéndose a la isla calificándola por el título de ‘Grande’. Intentó tomar la isla en dos ocasiones, pero sin éxito. 
 







Se narra que en un principio, antes de la conquista, hubo de 10 a 12 distritos (cantones), o reinos. Así, según el historiador Viera y Clavijo, los principales cantones o pequeños estados fueron: Galdar, Telde, Agüimez, Texeda, Aquexata, Agaete, Tamarazeyte, Artebirgo, Artiacar, y Arucas. Cuenta la leyenda que el reino de Gáldar a finales del siglo XIV estuvo gobernada por un joven guerrero llamado Gumidafe casado con una joven perteneciente a la nobleza-puede que harimaguada-, llamada Andamana, que consolidó todos los reinos en uno, siendo responsable de la llegada de la descendencia de los Semidán, traducido como “Los honorables”.
Su hijo, Artemi Semidán, reinaría sobre toda la isla, pero con su muerte se dividió el reino en sus dos hijos, y así sucesivamente durante dos generaciones más hasta llegar a los últimos guanartemes grancanarios. Al Norte, en Agáldar (Gáldar), reinó Thenesor Semidan (1448-1496), y al Sur, en Telde, su hermano Bentagoyce.
Continuando en fechas de 1405 se consigue someter a la isla de El Hierro, pero se narra que la población aborigen llamados bimbaches, ofrecieron poca resistencia, y que los conquistadores se sirvieron de falsas promesas para capturar a su rey llamado Armiche. Finalmente los naturales acabaron prácticamente todos siendo vendidos como esclavos, principalmente llevados a Madeira a las grandes plantaciones azucareras. Esta práctica fue muy común porque básicamente la conquista desde el siglo XV se financiaba a través de la venta de esclavos a los portugueses. A El Hierro llegaron las primeras colonias de europeos que lo conformaron en principio entre castellanos, andaluces, y franceses.
Una vez ello se vio obligado a abandonar continuar con la conquista de Canarias por falta de recursos, regresando a sus tierras de Normandía, aunque existen dudas sobre que su muerte se produjo en Castilla y no en su tierra natal. Se sabe que fue muy amigo de Juan II de Castilla (1419-1454), rey sucesor de Enrique III, y de la madre de Juan, la reina Catalina de Lancáster que regentó la Corona hasta su mayoría de edad. Bethencourt delegó a su sobrino (o primo) Maciot de Bethencourt, los títulos propietarios de las islas de Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro, y La Gomera, cual finalmente hacia 1418 cedería sus dominios y derechos de conquista en principio a un rico noble castellano quien más adelante los transfiera a la Corona de Castilla. 


Busto homenaje en Francia al navegante Jean de Bethencourt, la talla se halla en la zona portuaria de Ruan -capital de Normandía-, en el puente Boieldieu, y fue tallada por el francés Jean-Marc de Pass, a su pie lo presenta como "Rey de las islas conquistadas". Bethencourt fue el que diera nombre a la isla de Gran Canaria.

La isla de La Gomera se fue sometiendo de una manera pacífica más que militarmente, por la suma de colonos que cohabitaban sin serios conflictos con los nativos llegados hacia los años 1404-5, salvo algunos conatos de rebeldía indígena propiciada por los colonos que sofocó Maciot. Acabó siendo denunciado hacia 1417 por el trato vejatorio dispensado hacia los aborígenes cristianos así como su venta como esclavos, mediando en las Cortes castellanas Jean de Bethencourt ordena a Maciot que traspase las islas al noble Enrique de Guzmán, II Conde de Niebla (Condado de Niebla), y V de SanLúcar. 
Maciot, insatisfecho, más adelante revende el Señorío de Canarias a un infante de Portugal llamado Enrique ‘El Navegante’, y continuó ejerciendo como gobernador de Lanzarote siguiendo con el tráfico de esclavos. En 1431 los frailes en sus repetidas denuncias hacia los conquistadores (también de Fernán Peraza), consigue una bula papal prohibiendo la venta de esclavos canarios, y ordenando su liberación. 
Enrique de Guzmán termina cediendo El Señorío de Canarias hacia 1445 al sevillano hidalgo llamado Hernán Peraza, alias El Viejo, que se dedicaba al comercio del aceite de oliva, y era hijo del Recaudador mayor de Sevilla. Su esposa fue Inés de las Casas, con la que había contraído matrimonio en 1423 recibiendo de dote por ello la isla de Fuerteventura, y el resto de las islas las recibe de un pariente de su mujer permutándolos por unos y hacienda en Huévar (Sevilla). 
Peraza se establece en Bentacuria en Fuerteventura, y desde allí trata de reorganizar el Señorío. Se decide por tratar de conquistar las islas que faltaban, y lo intenta con Gran Canaria entrando por la llamada Bahía de las Isletas, pero no llegan siquiera a tocar tierra ya que son interceptados por un gran número de aborígenes que los recibe con lluvias de lanzas, y piedras. 


En 1447 en una incursión en La Palma, su hijo Guillén Peraza El joven, resultó muerto por los naturales, de una certera pedrada teniendo que abandonar la empresa de conquista. La isla de El Hierro en 1448 sus naturales los bimbaches se rebelan y tiene que marchar a pacificar la isla, y gracias a las artes de un capitán vizcaino llamado Juan Machín que sedujo a la princesa local, la utilizan para chantajear al rey y negociar la rendición. 
En 1450 se trata de ocupar la isla de La Gomera pactando con el bando tribal gomero de los Orone a su favor, pero enfrentándose a los otras dos tribus restantes Hermigua y Agana, cuales eran leales a los portugueses que habían llegado a la isla aproximadamente hacia 1420. La isla por su terreno fértil era ideal para explotarlo con el cultivo de la azúcar con gran demanda en Europa. Se suceden los combates entre las diferentes fracciones, época en la que Peraza manda a construir la llamada Torre del Conde, en la fundada primera colonia de la isla que llama San Sebastián de la Gomera. La fortaleza es una de las construcciones más antiguas de Canarias, y serviría tanto para proteger de las incursiones marinas como las terrestres. Dominada la Gomera en 1452, Peraza realiza incursiones fugaces a la isla de Tenerife llegando a raptar aborígenes, como a un niño al que adoptó bautizándolo en el cristianismo y al que volvería a devolver a su isla para que inculcara a los guanches la religión y en especial la devoción a la Virgen de Candelaria. La conquista de las tres islas restantes superaba con mucho el poderío militar que disponía Peraza, y se limita a incursiones para las razzias, y hacer negocio con la venta de esclavos. 


La hija de Peraza, también llamada Inés, se casó con Diego García Herrera hacia 1445 y se suceden los pleitos contra la corona castellana y portuguesa. Maciot continuaba residiendo y legislando en Lanzarote y había jugado a dos bandas cediendo también los derechos de Señorío de Canarias a la corona portuguesa en 1448 al infante Henrique apodado ‘El Navegante’ (Aunque curiosamente no hay constancias de que navegara en expediciones exploratoria, pero de suma importancia fue que creó una importante y avanzada escuela de navegación). Juan II de Castilla casado Isabel de Portugal en 1447 sirvió para apaciguar la paz entre ambos reinos pujante por Canarias, y se firma un acuerdo de conquista a los nobles portugueses de las islas no conquistadas. Entretanto Peraza el Viejo trata de apresar a Maciot en Lanzarote pero logra exiliarse con ayuda de los portugueses a la isla de Madeira. 
Durante los últimos años del reinado de Enrique IV (Hermano de Isabel la Católica), tuvo lugar una serie de escaramuzas con intenciones nuevamente de hacerse con la isla de Gran Canaria. En ese momento capitaneaba Diego de Herrera desembarcando en Gando hacia 1454, con varias incursiones en la zona de Agüimes, donde fue contundentemente rechazado. Hacia 1457/9, llega nuevamente a la Bahía de Gando pactando la paz, prometiendo fructíferas relaciones comerciales, y el intercambio recíproco de prisioneros. Sólo condicionado a que se permitiera la construcción de una casa para la oración, e incluso consigue que los propios canarios ayuden en la laboriosa tarea de construcción, lo que en principio se suponía una pequeña fortificación, en el mismo lugar que estuvo un antiguo fuerte cristiano mallorquín-aragonés destruido, pero que acaba convirtiéndose en una inexpugnable Casa-Torre. Acabada la construcción la fortaleza queda como alcaide Pedro Chemida, pero a los pocos días se rompe el pacto cuando se comienza a robar ganado y víveres, quema de viviendas, e incluso tratar de forzar a un grupo de harimaguadas (santas isleñas). Por lo que un grupo de guerreros isleños al frente el guayre Maninidra de Telde, lleva a cabo un plan consiguiéndose entrar dentro de la fortificación y hacerse con la Torre. En venganza se matan a todos los cristianos. La torre es quemada y desmantelada piedra a piedra. 

Existen otras versiones sobre las torres, y el ataque de Maninidra. Se narra que después de ser destruida La Torre, entre 1459/60 llegaron los portugueses ambicionando hacerse con Canarias al mando del capitán Diego Da Silva Meneses, Conde de Portalegre, junto a su segundo Pedro Feo. Da Silva llegando a la Bahía de Gando toma por sorpresa la Fortaleza de Herrera en plena reconstrucción, y luego, junto a Pedro Feo, invaden con saqueos, matanzas, y toma de esclavos, las mediaciones del reino teldense, erigiendo una nueva Torre. Mientras, Diego de Herrera denuncia los hechos ante Enrique IV de Castilla, y establece una serie de acuerdos con los guanartemes en 1461. En esta narración se cuenta la argucia que empleó el guayre Maninidra para contraatacar, en donde envía a un grupo de guerreros para que se apostaran escondidos cercanos a la fortaleza, entretanto un viejo pastor pasea su ganado ante los ojos de los centinelas provocando ante tal presa apetitosa, la salida de un nutrido grupo de guardias con la intención de apoderarse del ganado que comenzaba a bajar hacia la entrada de un barranco. Los portugueses caen muertos en la emboscada que los aguardaban, y seguidamente los canarios se visten con sus ropas de soldados, y llevan parte del ganado, junto a un grupo de canarios simulando que fueron apresados. En cuanto les abren las puertas, empleando el elemento sorpresa, los atacan, y acceden en el interior. Dejan abierta la entrada permitiendo la entrada a Maninidra con sus guerreros, quienes venciendo la resistencia se hacen fácilmente con la Torre. Poco tiempo después, en otras escaramuzas conjuntas, el otro fuerte también es tomado, incendiado, y destruido. 
Antes de formalizarse la alianza portugués-española, en ese año de 1461, Diego de Herrera había tomado brevemente posesión de Gran Canaria (Canaria), aprovechándose de la enemistad que existía entre ambos guanartemes de Gáldar y Telde (Egoynaga y Benthagoyhe), y consigue que ambos fueran sus vasallos, con un pacto de paz de luchar juntos contra la amenaza de las pretenciosos ánimos de conquista de los portugueses, ya habiendo hecho de las suyas haciendo gala de un despiadado pillaje a modo pirata, con matanzas y toma de esclavos aborígenes, aunque la isla volvió a alzarse en armas, y acabar poco después por echar definitivamente a los invasores Herrera y Silva. 
A ello, existe una leyenda recogida en las versiones de la crónica anónima (exceptuando en la Matritense), sobre el rapto en la parte norte de la isla, en la zona conocida por Bañaderos, de la princesa Guayarmina Tenesoya Vidina, hija del último guanarteme independiente de Gáldar, Engoynaga (Guayasen) ‘El Bueno’ (tío de Tenesor Semidán), por parte de las tropas de Diego de Herrera, Señor de Lanzarote, mientras se bañaba en compañía de otras dos mujeres. Un grupo de castellanos escondidos irrumpieron y la secuestran llevándola a bordo de una barcaza que disponían por la cercanía. Una vez en Lanzarote fue bautizada con el nombre de Luisa, y es casada con Maciot II de Bethencourt, cual había quedado enamorado desde que tuvieron su primer encuentro. 
El guanarteme Engoynaga propuso el canje de unos 80 prisioneros cristianos por la princesa Tenesoya. Diego de Herrera lo acepta y es devuelta a Gáldar, pero todo fue un engaño porque al anochecer la princesa se vuelve a Lanzarote en una barcaza que la esperaba. Se dice que del matrimonio surgieron las raíces de los apellidos de Betancores, Betancourt… 
D. Diego de Herrera y el Conde Diego da Silva Meneses terminan por pactar la paz en una alianza española-portuguesa, sellándolo, tratando de frenar sus ansias de conquista, casando a una de las hijas del Señor de Canarias, María de Ayala y Sarmiento, con el hidalgo portugués. Tras ello acuerdan unir fuerzas en tarea común para someter a la isla de Gran Canaria. Los portugueses vieron en ello la excusa perfecta para reivindicar sus derechos de conquista. 
Hacia el año 1466 el hidalgo capitán Diego da Silva trata nuevamente de invadir Gran Canaria desembarcando en la costa norte, entre los territorios de Guía y Gáldar por el enclave de Bañaderos, avanzando a pie quemando y saqueando los poblados a su paso en dirección a la capital de Gáldar, tratando de apresar al Guanarteme. Pero acaban rodeados, emboscados, en una zona escarpada que pasaría a llamarse Cuesta de Silva. Sin posibilidad de huir se atrincheraron durante días en las cercanías del llamado Cenobio de Valerón. El Cenobio de Valerón, es un montículo formado por multitud de pequeñas cuevas que tenían la utilidad de graneros. El guanarteme Engoynaiga era un rey que prefería negociar que guerrear, y debe el apodo El Bueno por interceder en la liberación de este hidalgo portugués tras escuchar sus súplicas y promesas de no regresar, en contra de su pueblo, que trataron de ajusticiarlo allí mismo. 
Debido a la fallida conquista se invaden las islas conquistadas de Lanzarote, Fuerteventura, y se establece una importante colonia al norte de la isla de La Gomera. Muchos años atrás, en La Gomera, escuadras portugueses, habían intentado su conquista hacia el año 1424-5, después de que fueran repelidos en la isla de Gran Canaria. Fueron vencidos por los gomeros en la llamada Fortaleza de Chipude, aunque se sucedió una alianza de paz, y establecieron una pequeña colonia. 
D. Diego de Herrera denuncia en Castilla las expediciones de conquista de Portugal sobre las islas de su Señorío, por lo que Enrique IV invalida, por incumplimiento del Tratado, la cesión de los derechos a Portugal. En 1476 los Herrera-Peraza tuvieron que hacer frente a una insurrección aborigen y de los colonos castellanos insatisfechos en Lanzarote. Los colonos deciden enviar a un emisario a Castilla para que la reina Isabel I escuchara sus quejas, la cual decide enviar a un pesquisidor (juez) para que investigara sobre el terreno. 
Mientras tanto en Gran Canaria, al morir inesperadamente el guanarteme de Telde Bentagoyce, contrayendo la pestilente Modorra importada por los cristianos, su reino se enfrasca al borde de la guerra civil por la sucesión hacia el año 1476, puesto que su hijo natural Bentejuí (n.1460?- m.1483), es muy joven para reinar. El Sábor (lugar de reunión del Consejo Real), elije entre tanto, la regencia del reino por los faycanes, destacando un gayre Faycan llamado Tasarte, pariente de Thenesor Semidán. Aunque el líder y recién nombrado gayre de Gáldar, Doramas, se propone para ser el Virrey de Telde y jefe de las tropas cantón del sur de la isla. Reunida la nobleza isleña, faycanes, guayres de Gáldar y Telde, y el guanarteme de Gáldar, Engonayga deliberan y mayoritariamente lo aprueban, pero el guanarteme se impuso y no lo permitió, por la suerte que fuera a correr el verdadero sucesor. Pero dada su popularidad le permitió a Doramas tener su propio territorio entre Telde y Agáldar que convirtió junto a un grupo numeroso de fieles, en su bastión cuartel general, en el frondoso bosque de laurisilva que se conoció por la Selva de Doramas.

La llamada Modorra española, de la que estaban inmunizados los cristianos, se estima causó un gran número de víctimas entre los naturales, ocasionando hasta la muerte de la 2/3 de la población. Se cree que en muchas ocasiones fue provocada intencionadamente, con el envenenamiento de pozos y nacientes, donde acudían a beber el ganado y los canarios. Se sabe que el mal afectó a los naturales de islas como Fuerteventura, Gran Canaria, y Tenerife. 
Poco después murió Egonayga, sucediendo debido a la minoría de edad de su hija Arminda por lo cual no se podía casar, su sobrino y heredero más próximo, Tenesor Semidán. La sociedad canaria era patriarcal, y debía reinar siempre un varón. 
Los Reyes Católicos en 1477 llegados los informes del pesquisidor, revocaron los derechos de conquista de los Peraza-Herrera, aunque los compensa generosamente y les concede el título de Conde de la Gomera. En 1485 muere Diego de Herrera en la isla de Fuerteventura contando con unos 60 años. 
En 1479 se sucede el llamado Tratado de Alcázobas en Portugal entre los Reyes Católicos de Castilla-Aragón y la Corona portuguesa poniendo fin a las hostilidades, y repartiendo los hallados territorios coloniales del Océano Atlántico, y reconociendo al archipiélago canario legítimo de la Corona de castilla-Aragón. El tratado fue el preludio del más comprometedor Tratado de Tordesillas (1494).

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