lunes, 20 de abril de 2020

La Conquista de Las Canarias: Antecedentes a la primera oleada de conquistadores castellanos.


Es bien sabido que la historia se escribe con sangre, y la narran, imponiendo su punto de vista, el bando vencedor… 

En la intervención de la Conquista, no se puede hablar únicamente de los castellanos, sino de europeos en general, porque llegaron a participar un conglomerado de tropas llegadas de indistintos países: aunque acabarían dominando, rivalizando entre sí, portugueses y castellanos. En la pugna se impusieron estos últimos…

ANTECEDENTES

Posiblemente las referencias al Archipiélago canario más antiguo son unos textos, en donde se mezcla con la mitología, escritos por el filósofo Platón del siglo V a. C., Atribuyendo a las islas como restos de la desaparecida Atlántida, y en donde germinaban los frutos del Jardín de Hespérides. El maná, que en forma de manzanas doradas, proporcionaba la inmortalidad. 


El primer colono que se cree que se estableció en Canarias fue el comerciante genovés Lanceloto Malocello, que residió en Lanzarote hacia el año 1312, permaneciendo en la isla durante casi veinte años. Según la leyenda más concensada fue en busca del los hermanos, también genoveses, Ugolino y Vandino Vivaldi hacia el año 1291 que habían cruzado el estrecho de Gibraltar de camino hacia la India, y no se los había vuelto a ver y que posiblemente se perdieron como otros tantos marinos de la época en busca de la fortuna. No los encontró y se quedó en Lanzarote con el resto de la tripulación puede que hipotéticamente por la imposibilidad de poder volver a remontar el camino de vuelta hacia la República de Génova, y allí en las cercanías del municipio de Teguise en la montaña de Guanapay construyen La Fortaleza Malocello. Siglos después fue levantado sobre la fortaleza en ruinas, el Castillo de Santa Bárbara que se terminaría en 1596, siendo el encargado del proyecto por encargo del rey Felipe II, el ingeniero Leonardo Torriano. 

Entre los años 1340-50, zarparon varias expediciones rumbo hacia las llamadas Islas Afortunadas. En el año 1341, el entonces rey Alfonso IV de Portugal ‘El Bravo’, financió la que se cree la 1ª expedición a Canarias, a cargo del capitán genovés Nicoloso Da Recco, documentando lo acontecido durante el viaje. Relatando el desembarco en la isla de Fuerteventura, así como en Gran Canaria, y su paso frente a la isla de Tenerife. Un año después, se sucede la expedición comandada por Francesh des Valers desde Mallorca y la emprendida poco después por Domingo Gual. Se dice que se establecieron al sur de la isla de Gran Canaria, en las cercanías de Telde, se cree que la localización fue en Gando. En principio conviven en armonía con el pueblo canario, incluso se construyen algunas iglesias, además de una pequeña ermita en una cueva dedicada a la mártir Sta. Águeda de Catania, y se llega a evangelizar a canarios.
La Santa, considerada la Protectora de las mujeres y especial patrona de las enfermeras, fue una virgen de la que se encaprichó un procónsul llamado Quintianus, pero ante su negativa y sabedor que practicaba el cristianismo, ordena que la torturaran hasta morir en el año 252 arrancándole sus pechos con tenazas.

Hacia el año 1344 se recoge que el papa Clemente VI, por medio de una bula papal, “Tue devotionis sinceritas (Vuestra sincera devoción)”, encomienda al biznieto del rey Alfonso X ‘El Sabio’, el Conde D. Luis de la Cerda, que ocupaba el cargo de embajador de la corte papal, concederle el título de Príncipe de las Afortunadas con derechos de conquista, para la cristianización del archipiélago de las Afortunadas (se creía que lo comprendía de 12 a 13 islas). Para ello el Conde pertrecha unas naves con una tripulación compuesta por aragoneses y mallorquines y se dispone a lleva a cabo la empresa, pero con la mala ‘fortuna’, de morir durante el viaje. Otras fuentes dicen que no murió durante la travesía, no llegando ni siquiera a emprenderse el viaje a la conquista porque no dispuso de capital suficiente para su financiación, y que su muerte se produjo durante La Batalla de Crécy (1346), al norte de Francia. 

En 1351 el papa Clemente VI otorga al asentamiento primario de Gando (fundado por frailes mallorquines), el título de Obispado de las Islas Afortunadas, siendo el primer obispado oficial de Canarias. Por ello, el municipio de Telde porta el báculo episcopal, incluyendo una leyenda en latín en recuerdo al hecho histórico. Aunque el obispado cayó a finales del siglo XIV alzándose los canarios por causas desconocidas, en el llamado martirio de los 13 hermanos, en los cuales fueron asesinados los monjes arrojándolos desde la sima de la montaña de Jinámar. 

También se cuenta que por estas fechas, en 1386, un Conde gallego, Fernando Ormel, edificó la primera capilla en la costa de la isla de La Gomera, siendo el primer evangelizador de la isla que se conoce. 

Las crónicas primarias que recogieron los inicios de la conquista fueron escritas por dos monjes franciscanos Fray Pierre Bontier y Jean Le Verrier, que acompañaron en la campaña al barón Jhean IV de Béthencourt (1362-1425), y al normando capitán Gadifer Le Salle (1340-1422), llevando a cabo la recopilación llamada Le Canarien. Sin embargo, la obra original acabó perdiéndose, y quedó dos versiones reformadas, saturada de modificaciones, que han llegado hasta nuestro presente. Por una parte la versión, probablemente elaborada entre los años 1404-20, escrita por Gadifer Le Salle (aparecido el códice hacia finales del siglo XIX), y otra a posteriori manuscrita por Jean V de Béthencourt, sobrino del conquistador, entre los años 1488-91. Las dos obras se basaron en la original y sirvieron a modo crítico de alegato legal para sus respectivas causas judiciales, por el conflicto que medió entre ambos franco-normandos. La segunda obra es la más extensa, y han valorado los historiadores con mayores falsedades e imprecisiones, mientras que el de Gadifer se considera el más fidedigno. 

Existen otros relatos de navegantes y religiosos poco después de completada la conquista, como el códice de Juan V. Por otra parte, existe una serie de obras, en realidad son tres versiones, llamadas; La Lagunense o lacunenese, Matritense, y Ovetense -con pocas diferencias entre ellas-, cuales recogen la conquista sobre todo de la isla de Gran Canaria, y copiadas de una fuente original de principios de la contienda. La Ovetense que se cree que fuera una copia de la escrita por el propio Alonso Jáimez de Sotomayor, alférez mayor y cuñado del capitán Juan Rejón realizada tras finalizarse la conquista, es la más larga y se considera la más antigua fiel a la obra original, y la Maritense es la obra más corta. Las obras fueron redactadas por diferentes escritores entre mitad del siglo XVI, y acabadas hacia mitad del siglo XVII. Lo nombres se los otorgaron en función a la ciudad donde se custodian los respectivos códices: La Laguna, Madrid, y Oviedo

También se perdió la obra original de otro cronista de nombre Alfonso de Palencia (1423-1492), que fue encomendado por los Reyes Católicos para la logística del envío de una flota de refresco para la Conquista de Gran Canaria, así mismo escribió unos manuscritos denominados palentinos sobre la forma de vida de los aborígenes así como de la conquista entre los periodos 1478-80, recogiendo de primera mano informes de los testimonios que le llegaban de la isla como por ejemplo los del obispo Frías. También hizo referencias de importancia sobre el conflicto entre Portugal y Castilla por la posesión del archipiélago canario. Lamentablemente quedó únicamente una copia sobre la etapa de la conquista, y que se estima sobre finales del siglo XV. 

Comentar que Portugal y España mantenían una guerra abierta por las rutas hacia oriente. Portugal controlaba la ruta- una ruta larga-, que bordeaba el continente africano, por ello la pretensión de hacerse con la conquista de Canarias tuvo unos finalidad estratégica. Con del descubrimiento de América el conflicto se intensifica hasta que se firma un acuerdo en 1494 llamado Tratado de Tordesillas, que establece un reparto territorial entre ambas Coronas delimitando las zonas de navegación y conquista. Luego también se sumarían tanto Inglaterra como Holanda (Países Bajos), enviando corsarios con sus flotas a tratar de conquistar el archipiélago, sobre todo durante el desarrollo de La guerra Anglo-Española (1585- 1604). Además a ello hay que añadir el pillaje de la incesante piratería morisca y berberisca en busca no tan sólo de botín, sino de hombres a cuales secuestrar pidiendo rescates o acabar esclavizados. 


El único cronista del que se conserva sus escritos originales publicados hacia 1594 sobre la isla de Tenerife fue los de Fray Alonso de Espinosa (Historia de Nuestra Señora Candelaria). Sacerdote-historiador de la orden dominica, en 1579 investiga sobre el supuesto milagro de la aparición de la virgen Nuestra Señora de la Candelaria (Patrona de las Islas Canarias), cuyo hallazgo sucedió a dos aborígenes guanches aproximadamente hacia el año 1392. El libro es una obra que se divide en 4 tomos, con importantes referencias al modo de vida aborigen, tanto presente como pasado, y no se limita sólo a Tenerife sino detalla una descripción histórica del archipiélago, siendo una fuente primordial histórica de la época de conquista. 


En 1763 el sacerdote-historiador José de Viera y Clavijo escribió entre 1772-3 una gran obra llamada Noticias de la historia general de las Islas de Canaria.

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