Aventurero cuyo nombre real fue Pedro Chamijo, su historia fue relatada en la obra, Relación histórica de Calchaquí (1696), escrita por el misionero P. Hernando de Torreblanca, y novelada por Roberto J. Payró en, El falso inca (1905). También es citado por el escritor cubano Ismael Sarmiento Ramírez, en una obra con el nombre completo que adoptó el personaje: Pedro de Bohórquez Girón. Señalándolo como maestro de los indios en el uso de arcabuces y en la fabricación de cañones de madera. En otra fuente bibliográfica se hace referencia en la obra de Teresa Piossek Prebisch, llamada, La rebelión de Pedro Bohórquez. El inca de Tucumán (1656-1659).
En los últimos años del reinado de Felipe IV (1621-1665) apareció este variopinto aventurero nacido de algún lugar de Andalucía (se cree que pudiera ser oriundo de Granada). Fue un importante buscavidas y embaucador, llegado a la América Colonial se estima que hacia el año 1620, en busca de fortuna. Poseía una capacidad para la inventiva e improvisación innatas, y así, tras probar en diversos oficios en el Perú se emprende entre los años 1630-40 en varias empresas expeditivas en búsqueda del Paititi; la mítica ciudad de oro y plata de los antiguos Incas de los que tanto rumores circulaban, y que él afirmaba conocer su posición rebelada por la tribu de los calchaquíes quienes habían saqueado la ciudad y llevada sus riquezas, ocultándola en un lugar de la selva del Amazonas.
En algún momento huyendo de los gobernantes que financiaron sus fiascos de expediciones, asumió el nombre falso por el que pasó a la historia. Se casó con una bella joven indígena, aprendió el idioma quechua hablándolo fluidamente, así como algo relevante de su pasado y costumbres, consiguiendo ganarse la confianza de los calchaquíes y hacerse pasar por el último descendiente de los incas con el nombre de Inca Hualpa. Hacia 1656, se coronó Inca de los Calchaquíes engañando tanto a los gobernantes y clérigos españoles como a los indígenas. Pedro Bohórquez prometió a los nativos expulsar a los españoles de su tierra; a los jesuitas les prometió ayudar a evangelizar a los indígenas; y a los españoles, conseguir los fabulosos yacimientos de oro escondidos por los calchaquíes. Era llevado en litera de oro, vestía el llantu o borla que hacía las veces de corona real en el imperio inca. Tomó el modo de vida y costumbres de los calchaquíes e incas.
El gobernador de Tucumán, Alonso Mercado y Villacorta, se reunió con él hacia 1657 en Catamarca, y le dio trato de capitán general celebrando una semana de festejos en su honor. La única oposición provino del obispo de Tucumán; Fray Melchor de Maldonado y Saavedra, quien no se tragó su historia. Sin embargo, Bohórquez pudo mantener la situación durante dos años, mientras asentaba un gobierno fuerte y militarizado en los valles contra los españoles. De este modo llegó a establecer la capital del reino en Tolombón. Pequeña ciudad estratégicamente ubicada a la cual hizo fortificar e incluso hizo dotar de una artillería defensiva compuesta por cañones hechos con madera dura.
Al ser descubierto lideró con la ayuda de su secretario Lorenzo Tisapanaco, el tercer levantamiento de los calchaquíes contra el dominio español atacando las ciudades de Salta y San Miguel de Tucumán y ocasionando daños considerados. Finalmente fue subyugado por las fuerzas de Mercado, aunque sin ser detenido inmediatamente.
Arrestado un tiempo más tarde fue indultado por el Virrey de Perú; pero fue descubierto nuevamente tratando de agitar a la rebelión a los calchaquíes. Esta vez no consiguió el perdón y fue ahorcado en Lima el 3 de enero de 1667, y consiguientemente su cabeza exhibida en una pica. Mientras que muchos de los calchaquíes sufrieron el castigo del desarraigo y la división, siendo sometidos a formas de trabajo forzado, para evitar ulteriores alzamientos. La orden de la pena capital por traición se sucedió durante la regencia de la corona española por María de Austria, tutora de un Carlos II aún niño.
Imperio Azteca-Mayas-Incas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario