domingo, 7 de diciembre de 2008

La Madre de los Dioses Egipcios: Sais e Isis. El origen de los carnavales.

Sais (Sao), fue una fabulosa ciudad de las más antiguas del Delta egipcio, centro cultural y artístico. Allí se encontraba el mítico templo de Neit, de la que es originaria la divinidad Neith; "Las Palas Atenea" de los griegos. Esta diosa fue venerada incluso antes de la existencia de cualquier dinastía egipcia. Su existencia precede a los cultos de Ta-Tenen, y a Nun.



En los primeros tiempos se la consideró una diosa de la guerra, protectora de la caza, y de la sabiduría. En el período pre-dinástico (4500-3300 a. J.), adquirió forma de escarabajoanimal al que se le atribuyen poderes protectores mágicos. 
En fechas posteriores la muestran portando una lechuza sobre la mano derecha que es símbolo de esoterismo, de lo oculto; y a su vez en su mano izquierda llevaba una lanza. En la antigüedad la posesión tanto de lanzas, bastones o varitas, es significativo del dominio de conocimientos ocultos.



A partir del Reino Antiguo (2650-2190 a. J.), es símbolo de protección para los dioses Osiris, Ra, y para el faraón. Se identifica con la abeja, símbolo real. Sus flechas ahuyentaban a los malos espíritus.



En el Reino Nuevo (1560-1085 a. J.), es llamada diosa Madre, "La que da luz a Ra", Neit juega a la dualidad entre hombre y mujer, siendo ambos a la vez sin perder su condición de principio creador de los dioses y hombres.




En tiempos del período Aqueménida con la dominación del extenso Imperio Persa que abarcaría aproximadamente desde mediados del siglo VI hasta mediados del siglo IV (558 a. C.-330 a. C.), el templo de Sais, con la escuela de sabiduría de Sao, fue protegido por los soberanos persas.

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Pero la diosa por excelencia más conocida y popularizada fue Isis, cuyo culto nace a partir de la dinastía V. Hija del dios Ra, el dios solar creador de la vida, Isis -también llamada Ast-, se la consideraba una gran maga, al punto de convertirse en reina de todos los dioses. La leyenda narra su lucha por recomponer el despedazado cuerpo de su hermano y esposo Osiris, -dios de la muerte, resurrección, y fertilidad. Ambos vivieron y gobernaron el valle del Nilo enseñando a cultivar la tierra, desarrollar la cultura y las leyes que regirían a los mortales. El hermano de Osiris, Seth, dios de la guerra y del desierto, siempre estuvo celoso de no poder gobernar y con una trigueña logró asesinar a su hermano, más adelante lo desmembraría en 24 pedazos que fueron arrojados al Nilo. Isis al tiempo logró recomponerlo con ayuda de Anubis y Neftis (dos divinidades representativas de la muerte, del ultramundo), a excepción de su pene que había sido devorado quizás por un cocodrilo. Usando su magia logró hacer un pene de arcilla en su lugar, y logró quedar fecundada. Concibiendo un hijo al que llamó Horus, un dios celestial con mitad cuerpo hombre y mitad halcón, que vengaría a su padre luchando y derrotando a Seth y llevándolo ante el dios Ra, que declara a Horus dios dominante de Egipto. En la batalla Horus había perdido uno de sus ojos que del dios Thot, patrón de la sabiduría y controlador del tiempo, sustituye por un ojo mágico (Udyat), con capacidad de poderes curativos y proteger de la influencia del mal de ojo.



Por otro lado a la diosa Isis coinciden los historiadores que debemos el origen de la festividad del Carnaval. Se cree que proviene de una festividad religiosa de más de 5.000 años de antigüedad, en su honor llamada Carrus navalis. Y que consistía en una procesión en al cual una estatua de la diosa era llevada por un cortejo de músicos y bailarines seguidos por sus fieles, cual muchos llevaban máscaras de divinidades egipcias. Una vez llevada a la costa, la imagen de Isis era subida a bordo de una nave, de que esta festividad fuera llamada Carrus navalis, deformada con el tiempo en Carnavalis


Con la llegada del Imperio Romano y su fusión con la cultura egipcia. Esta tradición fue mezclada con las fiestas ‘saturnales’, unas fiestas en las que los esclavos se les concedían algunas libertades, y beneficios. Una vez el cristianismo irrumpió en el Imperio Romano y pasaría a ser la religión oficial, se la separó de la Cuaresma. El dios Saturno romano tenía connotaciones de deidad maligna ya que fue expulsada del Olimpo. Saturno fue asociado por los cristianos como la representación del diablo. Durante el Carnaval se permitían ciertos excesos transgresores, saciar instintos primarios unión hombre-bestia. Aprovechando el anonimato de las máscaras se daba cierta permisividad entregarse a las pasiones más instintivas. Antes de la opuesta Cuaresma de abstinencia, y vuelta a la austeridad, permitiendo un cierto equilibrio. Costumbre tolerante que siguió adoptándose durante la Edad Media, sobreviviendo en Italia con más fuerza, mantenido en el tiempo por la Iglesia Católica.


El Carnaval llega a Canarias hacia el siglo XVI por cuenta de los mercaderes italianos, casi remontándose al inicio de la historia de las islas. Y que debido al creciente dominio que ejerció el Imperio Otomano en el Mediterráneo, los comerciantes italianos comenzaron a desplazarse al Oeste y de este modo llegaron al archipiélago al poco de finalizarse la conquista. Al establecerse aquí, trajeron además de sus negocios, algunas tradiciones entre la que se contaba la de festejar el carnaval. 
Cuadro Entierro de la Sardina (1818-1819), del pintor Francisco Goya.

El actual Entierro de la Sardina, como colofón punto final de la fiesta si es de épocas más modernas y existen dos versiones: La más conocida es la perpetrada por el rey Carlos III (1759-1788), y se debe a la parodia del suceso originado cuando preocupado porque sus súbditos no se olvidaran de no comer carne durante la Cuaresma, ordenó establecer una fiesta el miércoles de ceniza, suministrándose para la celebración a Madrid gran cantidad de sardinas para su reparto entre los asistentes y así asegurarse de la asistencia de gran parte de la población más humilde que previsiblemente acudirían para conseguir alimentos gratis. Parece ser que fue un día muy caluroso, atípico para la época del año en la que se encontraban, y debido al calor, las sardinas se descompusieron. Para alejar el olor que éstas desprendían la comitiva y por orden del rey, decidió enterrar el pescado en la Casa de Campo, donde continuaron con la celebración. La multitud se trasladó entre risas y burlas hasta allí tras las cajas de sardinas para su entierro. Al año siguiente los madrileños recordaban jocosamente el incidente, relacionando el último día del carnaval con el primer día de la cuaresma que ocurrió el absurdo suceso, y se decidió simular un cortejo fúnebre tras una sardina de cartón por las calles de la ciudad que sería la traca final de la fiesta. Fue tal el éxito, que se convertiría en tradición e imitaría el resto de España.


Cuadro llamado El combate entre D. Carnaval y Dña. Cuaresma, pintado por Pieter Brueghel, alias 'El Viejo' pintado en 1559.

La otra segunda versión nos explica que la costumbre de enterrar la sardina nació hace tres siglos en Madrid durante las fiestas que se celebraban para anteceder a la Cuaresma. En la que se reunía la gente en el campo y lo que se enterraba no era un pez, sino un cerdo abierto en canal al que se llamaba cerdina. La tradición se fue extendiendo por otros pueblos y ciudades del el país, pero adoptaron la costumbre de oído, ya que confundiendo los términos, de modo que la ‘cerdina’ acabó en ‘sardina’, y así, por la vía de la confusión lingüística, la sardina se popularizó convertido en el broche final de las fiestas de carnaval.
Fuera cual fuera, en época del franquismo la fiesta del carnaval desapareció de Madrid ya que fue perseguido considerada una celebración inmoral y sólo sobrevivió en pocas comunidades españolas como Murcia, Cádiz, y en Las Palmas de Gran Canaria.

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